Más cerca de Jesús en Las Charcas

La comunidad educativa del colegio Las Charcas une esfuerzos e ilusión para instalar un oratorio donde poder rezar y enseñar a hacerlo

Las Charcas es un preescolar impulsado por la Asociación para el Desarrollo Educativo (APDE), que actualmente atiende a 285 familias, 330 alumnos, 33 profesoras, 10 personas que trabajan en las oficinas administrativas y 13 personas de mantenimiento.

Desde hace algunos meses, surgió el anhelo entre varias personas de instalar un oratorio en este centro escolar, de manera que tuviéramos un lugar para rezar y enseñar a hacerlo. Más adelante tuvimos la audacia de solicitar el permiso a Mons. Gonzalo de Villa, arzobispo de la Arquidiócesis de Santiago de Guatemala, para poder tener allí un Sagrario.

Sabíamos que esta instalación requería recaudar fondos, y por ello involucramos a toda la comunidad educativa de Las Charcas. Entre las diversas actividades que se organizaron, estuvo la merienda de los viernes, donde cada familia contribuyó con su preparación, destinando el dinero recaudado por su compra, a la inversión del oratorio. A esta iniciativa se sumó también el personal docente, administrativo y de mantenimiento. Además de una excelente respuesta de los padres, las tiendas internas de meriendas fueron medio para fomentar virtudes humanas en los alumnos. Por ejemplo, un niño de cinco años, a quien no le gusta el frijol, comentó a su madre que lo había comido porque sabía que ese dinero serviría para la “casita de Jesús”. Este y otros detalles similares avivaron el entusiasmo entre los niños, profesoras y padres de familia.

También se formó un patronato, autodenominado “911 oratorio”, conformado por cuatro matrimonios (padres de familia), acompañados por la directora, la administradora y la maestra de religión. Hicieron un listado de los elementos que requería este espacio, incluyendo los ornamentos de orfebrería y de tela, además del retablo y el Sagrario. Este último fue donado por una familia que tuvo a sus hijos y nietos en Las Charcas durante las dos últimas décadas.

El Santísimo expuesto ante el retablo recién inaugurado

El retablo lo encargamos a la artista Beatriz Trigo, española, quien desde el primer momento se ilusionó mucho con el proyecto. Queríamos que en ese retablo se representara a la Sagrada Familia de Nazareth y elegimos una escena imaginando a Jesús con una edad similar a la de los niños que asisten a Las Charcas. Uno de los capellanes sugirió, además, que incluyéramos a algunos de los niños del colegio en la escena, y así lo hicimos. Por último, le pedimos a la artista que incluyera al ángel de la guarda, para poder tener elementos de catequesis con los niños, y a san Josemaría, en representación de todos los santos que son nuestros amigos y a quiénes podemos imitar. El resultado final del retablo es hermoso e invita mucho a la reflexión.

En un primer momento nos planteamos tener listo el oratorio para la Pascua, sin embargo, nos dimos cuenta de que necesitábamos más tiempo. Rezamos mucho y ofrecimos distintos sacrificios, pidiendo ayuda al Beato Álvaro del Portillo para que pudiéramos tenerlo listo pronto. Finalmente lo inauguramos el sábado 5 de agosto, con una bendición presidida por el Vicario Regional, el P. Carlos Young, en la que estuvieron presentes muchas personas: miembros del consejo directivo de APDE –oficina gestora de los colegios-, el consejo directivo de Las Charcas, el patronato responsable de recaudar los fondos y algunos padres de familia, profesoras y personal administrativo.

La primera Santa Misa celebrada en el oratorio de las Charcas

La semana siguiente a la bendición del oratorio, tuvimos a Jesús sacramentado expuesto en el altar e invitamos a todos los padres del colegio a que pasaran un rato frente a Él. Fue una fiesta importante, pero más aún lo ha sido el hecho de poder tenerlo en el Sagrario, cada día, con nosotros. Los frutos de la presencia sacramental del Señor se han visto abundantemente en la vida de piedad de los niños, madres y padres que pasan unos minutos saludando a Jesús en el Sagrario al llegar y antes de retirarse del colegio. No podemos sino seguir dando gracias a Dios por tanto amor y por todos sus beneficios. Tenemos muy presentes las palabras de San Josemaría: “La piedad es la virtud de los hijos y para que el hijo pueda confiarse en los brazos de su Padre, ha de ser y sentirse pequeño, necesitado" (San Josemaría, Es Cristo que pasa, 10).